La verdad es que yo no soy la persona adecuada para escribir ésta crónica, pues me perdí la mitad, pero aquí, como la gente es tan sosa....
El martes me llamó Conchi por motivos que no vienen a cuento y me comentó: " no sé si vamos a ser gente puesto que la mayoría se va de puente y vamos a quedar pocos". Menos mal, porque si llegamos a estar todos, llenamos las Caderechas.
A las 9 en punto, como viene siendo habitual en mí, me presento en el Benidorm percibiendo un mayor revuelo de personas ( si hasta vinieron de Bilbau la osti...). Las caras de siempre, caras nuevas para mí ( Pedro, un placer), históricos senderistas ( Edu sin Inés) y amigos de amigos que se unieron para crear un grupo de lo más colorista. Como la ruta nos parecía escasa, nos dedicamos durante una hora a conocer el barrio de Villímar y la tremenda belleza de su Mercadona. Después de extasiarnos por la incomparable arquitectura del edificio, nos encaminamos aproximádamente 20 personas al pueblo de la madre del grupo: Conchi, mi Conchi, nuestra Conchi, en un principìo llamado Quintanaopio y posteriormente, corregidos por un vecino, Quintanafarlopa. Salimos del pueblo por un camino, dirigiéndonos a lo que sería el " plato fuerte del día". Ésto, ni el lomo de Braulio lo mejora. Un bello cortafuegos en " falso llano", nos invita a subir directamente al pico Tablones, objetivo de la jornada. Conchi, tralalí que te ví, tralalá que te vá, pone el ritmo; la tía parece un cohete y termina sembrando el cortafuegos de cadáveres, no sabemos si por los esfuerzos del repecho ó por los excesos de la noche pasada. Llegados a un punto, el grupo se divide entre los Braulio's boys ( Hala, a fomentar el colesterol) y los Conchi's boys ( los menos) que se dirigen a la cumbre. Ese puñado de aguerridos montañeros, en un número de media docena, valientes, osados, rocosos, la élite, se dirige en busca de la cumbre. Matorrales de gran porte, vallas de alambre y muros de piedra que ágilmente sobrepasamos; son las ventajas de ser montañeros sobradamente preparados.
Llegados al pico Tablones, contemplamos la tremenda extensión de la heredad de Conchi y disfrutamos de unas maravillosas vistas: Sierra de la Demanda, Montaña Palentina, Picos de Europa, Montes Obarenes, Sierra de la Tesla, embalse de Cereceda....las vistas alcanzan para mucho. Después de la correspondiente sesión de fotos, procedimos a descender a Herrera de Valdivielso para unirnos al grueso del grupo, abandonado a los placeres del Dios Baco. De ahí, regreso a Quintanafarlopa y mientras unos, los más prudentes, nos recogimos a nuestras casas, otros se arrojaban a los placeres de la gula.Pero eso es otra historia...
El martes me llamó Conchi por motivos que no vienen a cuento y me comentó: " no sé si vamos a ser gente puesto que la mayoría se va de puente y vamos a quedar pocos". Menos mal, porque si llegamos a estar todos, llenamos las Caderechas.
A las 9 en punto, como viene siendo habitual en mí, me presento en el Benidorm percibiendo un mayor revuelo de personas ( si hasta vinieron de Bilbau la osti...). Las caras de siempre, caras nuevas para mí ( Pedro, un placer), históricos senderistas ( Edu sin Inés) y amigos de amigos que se unieron para crear un grupo de lo más colorista. Como la ruta nos parecía escasa, nos dedicamos durante una hora a conocer el barrio de Villímar y la tremenda belleza de su Mercadona. Después de extasiarnos por la incomparable arquitectura del edificio, nos encaminamos aproximádamente 20 personas al pueblo de la madre del grupo: Conchi, mi Conchi, nuestra Conchi, en un principìo llamado Quintanaopio y posteriormente, corregidos por un vecino, Quintanafarlopa. Salimos del pueblo por un camino, dirigiéndonos a lo que sería el " plato fuerte del día". Ésto, ni el lomo de Braulio lo mejora. Un bello cortafuegos en " falso llano", nos invita a subir directamente al pico Tablones, objetivo de la jornada. Conchi, tralalí que te ví, tralalá que te vá, pone el ritmo; la tía parece un cohete y termina sembrando el cortafuegos de cadáveres, no sabemos si por los esfuerzos del repecho ó por los excesos de la noche pasada. Llegados a un punto, el grupo se divide entre los Braulio's boys ( Hala, a fomentar el colesterol) y los Conchi's boys ( los menos) que se dirigen a la cumbre. Ese puñado de aguerridos montañeros, en un número de media docena, valientes, osados, rocosos, la élite, se dirige en busca de la cumbre. Matorrales de gran porte, vallas de alambre y muros de piedra que ágilmente sobrepasamos; son las ventajas de ser montañeros sobradamente preparados.
Llegados al pico Tablones, contemplamos la tremenda extensión de la heredad de Conchi y disfrutamos de unas maravillosas vistas: Sierra de la Demanda, Montaña Palentina, Picos de Europa, Montes Obarenes, Sierra de la Tesla, embalse de Cereceda....las vistas alcanzan para mucho. Después de la correspondiente sesión de fotos, procedimos a descender a Herrera de Valdivielso para unirnos al grueso del grupo, abandonado a los placeres del Dios Baco. De ahí, regreso a Quintanafarlopa y mientras unos, los más prudentes, nos recogimos a nuestras casas, otros se arrojaban a los placeres de la gula.Pero eso es otra historia...